Vivimos como pensamos


He tomado varios días revisando detalladamente conceptos, información, testimonios, investigaciones y estudios realizados en diferentes partes del mundo con el fin de ampliar una visión aproximada de la realidad.
Si revisamos un poco de biología y anatomía encontramos que los seres humanos no vemos la realidad, sino una representación de ella, ya que los rayos de luz entran en el ojo por la pupila, son enfocados por la córnea y el cristalino y forman una imagen invertida en la retina, posteriormente unas células muy especializadas convierten la imagen en impulsos nerviosos, estos en estímulos eléctricos y por último los impulsos nerviosos llegan al cerebro descompuestos en informaciones diversas.
El cerebro fabrica las imágenes finales y podemos definir que lo que vemos no está ahí si no que está en el cerebro, y se produce una actividad mental, ya sea racional, como emocional, espiritual o sentimental, es decir fabricamos nuestra realidad.
Los neurocientíficos dicen que muchos de los recuerdos cotidianos están falsamente reconstruidos porque nuestra visión del mundo cambia constantemente.
Cuando tenemos algún tipo de emociones negativas como la ira, tristeza o el miedo, el corazón y su ritmo se altera. En cambio con emociones positivas, como el amor y la alegría, generan sincronía en este importante órgano. Desde esta base podemos identificar como los pensamientos y el manejo de emociones afectan considerablemente el cuerpo.
Para reafirmar el anterior concepto tomo como referencia el efecto placebo, con estudios y resultados sorprendentes sobre un grupo de personas que se aquejan de algún malestar físico, y a quienes se les suministra una sustancia que carece de acción curativa, pero que produce un efecto terapéutico si el enfermo la toma convencido de que es un medicamento realmente eficaz; en ocasiones tiene el mismo aspecto, gusto y forma que un medicamento verdadero pero está hecho de productos inertes y sin ningún principio activo, y la mayoría de las personas tratadas con el placebo se recuperan, sin acción de químicos externos, en esos casos la mente lideró en el cuerpo la fabricación de sustancias químicas que necesitaba para sanar. En la gran mayoría, la solución a una enfermedad no está en los medicamentos, pero si en nuestra mente.
Qué pasaría si este principio de los efectos de la acción de la mente en el cuerpo, lo utilizáramos en otras instancias de nuestra vida ?
En muchas ocasiones, nos dejamos afectar sistemáticamente por diferentes problemas, dificultades, crisis y queremos hacer cambios pero no funcionan, por qué?, como lo diría Albert Eisten «No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos.»
Si las intenciones y deseos que tenemos no han producido lo que se quiere, seguramente hay incoherencia en la integralidad del manejo del cambio. Probablemente un ser humano puede estar buscando abundancia, con pensamientos de tener dinero, pero si la persona se siente pobre, lo más probable es que no va a traer la abundancia para su vida, porque los pensamientos están vinculados al cerebro y los sentimientos al cuerpo, es decir está pensando una cosa y sintiendo otra totalmente distinta. Cuando la mente va en contra del cuerpo no existe coherencia y por lo tanto el cambio seguramente no se producirá.
Así que podemos concluir que la base de cualquier cambio para mejorar, deberá iniciar en nuestra mente, en los pensamientos y el manejo adecuado de nuestras emociones, ya que nuestras palabras y hasta la música que escuchamos, influyen en que nuestra realidad. Si deseamos vivir mejor el llamado es a realizar un cambio de estilo de vida, de hábitos, juzgarse menos, observarse más, meditar, alimentarse mejor, hacer ejercicio, rodearse de buena información, herramientas y personas que ayuden en ese propósito.
Feliz semana.