Universidad de Nariño, autonomía y democracia universitarias


El mayor referente educativo con el que contamos los nariñenses y el departamento del Putumayo, es sin duda alguna la Universidad de Nariño. Nuestra alma mater también ha logrado consolidar una imagen a nivel nacional, por ser la institución de educación superior que más ha batallado por la conquista de la democracia, y el respeto por la autonomía dentro de la dinámica del campus, tanto en materia administrativa, académica, y sus relaciones internas como con las de la región.
Por eso para quienes reconocemos esas cualidades en la Udenar, hacer mención a estos pilares nos resultan de total preponderancia, pues su debate ha estado en total construcción desde hace ya varios lustros.
Cómo no reconocer la labor en defensa de la autonomía y democracia, que los estamentos universitarios han continuado a partir de la ley 30 del 92, con un proyecto de nación presionando el acelerador de la política neoliberal, en la cual la educación pretende ser llevada a un carácter comercial desprovisto de todo el sentido de derecho como en esencia debería considerarse. En ese entendido tener unos principios que conlleven a la autovaloración institucional, es lo que ha hecho de la Udenar un campo de batalla por no sucumbir ante las pretensiones del proyecto neoliberal de convertir la educación en una mercancía más con valor de cambio y valor de uso.
Una de las primeras victorias que tendría la Universidad de Nariño, será la posibilidad de elegir mediante elecciones a sus autoridades académicas, administrativas y de representación; es decir, rectoría, decanaturas, representaciones estudiantiles y profesorales en instancias de decisión.
La lucha democrática de la Universidad data de hace varios años, en 1971, cuando el gobernador de Nariño era quien designaba rector, el mandatario de aquel tiempo se comprometió a reconocer como rector a quien escogieran estudiantes, profesores y trabajadores. Este compromiso se rompió, lo que desencadenó una movilización estudiantil para defender la elección mayoritariamente tomada por los estamentos universitarios.
Con la constitución del 91, en el artículo 69 se consagra la autonomía universitaria con la cual “las universidades pueden darse sus directivas y regirse por sus propios estatutos”, con esa normatividad el Consejo Superior de la Udenar se atribuye mediante acuerdo No 194 del 93 la designación de rector.
Pero fue solo hasta el año de 1998, después de largas jornadas de movilización y discusión que se logra mediante acuerdo no 026 de junio de ese año, modificar el estatuto general de la Universidad y definir que “El rector será elegido mediante el voto directo de los profesores y estudiantes de la Universidad de Nariño”. Desde ese entonces somos la única Universidad del país que puede hacer esta elección mediante votación de carácter definitoria y vinculante para el CSU, quien tendrá que ratificar la decisión que sea tomada en las jornadas de elección.
Pero el carácter democrático de la Universidad no solo se quedó en la elección de rector y decanos, pasó a un escenario mucho más relevante, en los años del 2.005 y 2.006 era habitual mirar en las fachadas de la universidad la exigencia de una RUD (Reforma universitaria democrática) y escuchar mencionar a profesores, organizaciones estudiantiles, representantes de trabajadores, la imperiosa necesidad de escenarios de discusión que puedan delinear el futuro de la universidad. Ahí tiene su origen la hoy tan reconocida Asamblea Universitaria, en la cual se lleva a discusión dicha reforma, y en donde se elaboran los diferentes estatutos que rigen la universidad.
No debe haber lugar a divagaciones cuando de la democracia se trata, de ahí la indispensable práctica de que la Universidad este en un constante repensar de sí misma. y de la realidad nacional en la que se encuentra inmersa. Por eso la importancia que la Udenar esté debatiendo el paradigma de Universidad y Región que coopera en la búsqueda de acreditación y calidad que va más allá de su significancia institucional – muy necesaria por múltiples factores- y pueda responder a una acreditación de carácter social y popular.
Con toda esa riqueza democrática que surge desde la Udenar, no hay que pensar dos veces al momento de defenderla. Esa posibilidad privilegiada que tenemos ha querido ser arrebatada, pues han sido varios los intentos que desde el Consejo Superior Universitario se han conspirado para erosionar la democracia y vulnerar ese principio insoslayable de la autonomía
Hoy los estamentos están siendo convocados a unas elecciones sui generis en medio de la virtualidad, la esperanza es sola una, que la luz democrática y autónoma de la Universidad de Nariño, siga siendo ese anhelo de universidad que queremos. Ahí sigue latente una lucha que hay que continuar.