
Un día como hoy en 1993, Pablo Emilio Escobar Gaviria, el narcotraficante, terrorista y político colombiano, fundador y máximo líder del Cartel de Medellín, fue abatido por la fuerza pública de Colombia.
Escobar, nacido de una familia campesina demostró habilidad para los negocios desde muy pequeño. Inició su vida delictiva a finales de los sesenta en el contrabando, y a comienzos de la década de los ochenta, se involucró en la producción y comercialización de marihuana y cocaína al exterior. Tras formar alianzas con Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder y Jorge Luis Ochoa.
Escobar fundó el Cartel de Medellín, organización que en su auge, monopolizó el negocio de la cocaína desde su producción hasta su consumo, controlando más del 80% de la producción mundial de dicha droga y en total del mercado ilícito de la misma en Estados Unidos. Logrando así consolidar su imperio criminal, convirtiéndolo en el hombre más poderoso de la mafia colombiana, acumulando una inmensa fortuna, que rondó la cifra de entre 25 000 a 30 000 millones de dólares, consagrándolo así como uno de los hombres más ricos del mundo según la revista Forbes durante siete años consecutivos.
Para excusar su inmensurable capital, a comienzos de los ochenta Escobar trató de pulir su imagen a través de la realización de obras de caridad para los desprotegidos y con una breve incursión en la política, ocupando un escaño como representante a la cámara en el Congreso Nacional en 1982. Sin embargo en 1983, tras diversas publicaciones del diario El Espectador y con la acusación directa del ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla, pierde su escaño y es acusado públicamente por sus negocios ilegales. Para 1985, el narcotráfico ya estaba en auge y asimismo los carteles dominaban Colombia, lo que desató una guerra contra el gobierno, encabezado en ese entonces por Belisario Betancur.
Después de la consumación de la Asamblea Nacional Constituyente en 1991, que le dio a Colombia una nueva constitución y la prohibición de la extradición de nacionales a Estados Unidos, Escobar decidió someterse a la justicia con la condición de ser recluido en La Catedral, una ostentosa cárcel ubicada en sus terrenos. Tras demostrarse que aún seguía delinquiendo tras las rejas, el Gobierno quiso capturarlo, por lo cual Escobar se dio a la fuga, saliendo fácilmente por la parte trasera de la prisión, lo que significó uno de los episodios más vergonzosos para la autoridad penitenciaria del país.
Tras su escape, el gobierno conformó el denominado Bloque de Búsqueda para recapturarlo y tras diecisiete meses de intenso rastreo. Esa misma tarde, las unidades rodearon la casa donde se ocultaba una vez fuera localizado en el barrio Los Olivos, un barrio de clase media de la ciudad de Medellín. Al momento de ser descubierto en su escondite, lo cuidaba solamente un sicario, Álvaro de Jesús Agudelo (alias El Limón), el cual murió abatido cuando se enfrentó con los agentes que ingresaron a la vivienda donde se ocultaba el capo. Al verse acorralado, Pablo Escobar intentó escapar por los tejados de las casas aledañas, pero murió durante la huida de un disparo en el corazón.
Fuente: Internet.