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Qué o quién lleva a los policías a disparar y luego a la cárcel

Lo sucedido en Ibagué, donde miembros de la Policía fueron acusados de haber disparado a un joven de 19 años, que su madre lloró desconsolada en las puertas del hospital donde murió, deja un profundo dolor, y también una inquietud. Por qué los policías disparan a matar?, son jóvenes que perdieron la sensibilidad o nunca lograron dimensionar el valor de la vida?, en la institución policial no se les ayuda en la formación básica de respeto a la vida, los derechos humanos, el amor por su patria, que es su gente?

No sólo varios policías degradan su existencia quitándole la vida a otras personas, que pueden ser sus vecinos o amigos, que por lo general han padecido las mismas carencias y crecido con iguales dificultades, sino que pierden su libertad, van presos, sus mandos los presentan ante la ley como culpables, para «dar ejemplo de respeto de las normas».

Es la forma como las «instituciones» se liberan del deber de regenerarse y sacrifican como culpables a algunos agentes que bien podrían ser víctimas de la brutalidad con que se deforman en las instituciones, o al menos donde no se forman.

Es el caso de los policías que fueron capturados por el homicidio de Santiago Murillo, un jovencito que asesinaron. El Inspector General de la Policía Nacional, declaró:

“El día de hoy fueron capturados dos oficiales de la institución, vinculados a la investigación por la muerte del joven Santiago Murillo, quien fue herido durante los disturbios del primero de mayo cerca de un centro comercial en la ciudad de Ibagué”, y agregó que fueron “inmediatamente suspendidos de sus funciones”. La Justicia Penal Militar dictó las órdenes de captura y la investigación quedará en manos de la Procuraduría General, ante quien deberán rendir indagatoria para determinar qué responsabilidad tuvieron.

Que deben pagar por un crimen como ese, es indudable. No son cualquier persona que dispara y mata a otra, son agentes que deben garantizar la seguridad, la vida de los demás. Por eso estos casos son mucho más graves, no son delincuentes comunes, son autoridad y están doblemente obligados a respetar la ley que empieza con el respeto a la vida.

Pero esos centenares de comportamientos «presuntamente irregulares» que se evidencian como respuesta a la gran movilización social iniciada el 28A, no es sólo una acción delincuencial de unos agentes que deben ser condenados, sino que hay responsabilidad de quienes tienen el deber de garantizar que las «instituciones», todas, pero sobretodo las armadas, no se conviertan en escuelas de crímenes y violación de los humanos.

Que tanta culpa tienen y cuando se condenará a los culpables de usar y abusar de la fuerza pública, que colocan al servicio de intereses políticos y económicos, de forma delincuencial, a nombre de las «instituciones democráticas».

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