OPINIÓN

Las heladas y el cambio climático

En Nariño se han presentado sequías intensas y además fuertes heladas sobre todo en el Altiplano TÚQUERRES-IPIALES; aunque los modelos habían anticipado escenarios climáticos “neutrales” y que el verano que normalmente se da entre los meses de julio-agosto se iba a cumplir según los mencionados pronósticos y que además nos anticipaban la llegada del fenómeno de “la niña” con lo que nos auguraban un invierno muy fuerte.

Pero para desgracia de nuestros agricultores y ganaderos llegó el 14 de septiembre, día del señor de la Misericordia y el agua no se hizo presente, por lo que siguiendo al almanaque Bristol, había que esperar hasta el 4 de octubre, el llamado “perrerazo” de San Francisco y oh frustración, ¿tampoco aparecieron las lluvias y entonces?; toca esperar el día de difuntos que a la fija llueve. Y no solo no llovió, sino que se nos vinieron unas heladas super intensas, que nunca según nos dicen los mayores se habían presentado por estas calendas.

Después del riesgo de inundaciones y deslizamientos en temporadas invernales -que coinciden con la fase húmeda del ENSO conocida como La Niña- Colombia enfrenta el riesgo de las sequías que se asocian con El Niño -un fenómeno atmosférico exacerbado por el cambio climático-.

De aquí a su vez tienden a resultar las heladas en los altiplanos andinos, que ocupan el 7% de la superficie agropecuaria colombiana y conllevarían pérdidas económicas para 1.758.000 habitantes expuestos (3,6% del total nacional), particularmente en actividades como la producción de leche en praderas, y los monocultivos a cielo abierto de cereales, hortalizas, frutas, flores, papa y otros perecederos.

Una helada climática se produce cuando el termómetro marca menos de 0°C en los dos primeros metros sobre el terreno, así existan temperaturas ligeramente superiores en el subsuelo de labranza o en el entorno inmediato de las plantas.

Estas heladas pueden resultar de una corriente de aire frío, o pueden ser mayores si resultan de un estado de alta presión atmosférica con vientos en calma. También existen heladas de irradiación térmica, sobre todo en altiplanos, cuando el terreno se enfría durante la noche porque el calor ha subido hacia la atmósfera sin presencia de nubes, lo cual intensifica las heladas en la madrugada.

Ahora bien, para valorar el grado de exposición a las heladas hay que tener en cuenta:

– La altitud del territorio, ya que la temperatura disminuye 6°C por cada mil metros sobre el nivel del mar (msnm), de modo que el riesgo es Alto sobre los 3000 msnm, Moderado entre 2800 y 3000 msnm, y Bajo entre 2500 y 2800 msnm;

– La morfología del terreno, donde planicies y hondonadas presentan condiciones de exposición Alta, los terrenos ondulados nivel Moderado, y las llamadas “formas dómicas” nivel Bajo;

– La compacidad del suelo, siendo Alto el nivel de susceptibilidad en suelos granulares sin finos, Medio en suelos granulares semicompactos o con pocos finos, y Bajo en suelos compactos y densos;

–  La cobertura vegetal. Mientras que los pastos limpios y sabanas, al igual que los cultivos menos densos ofrecen un grado de exposición Alto, y los mosaicos de cultivos arbustivos con pasturas y matorrales ofrecen exposición Moderada, en las coberturas boscosas o arbóreas altas y densas, el grado es Bajo;

– Y finalmente, la cercanía a cuerpos de agua, donde la distancia a ríos y lagos mayor de 3 Km se califica con exposición Alta, entre 1 y 3 Km como Moderada, y menor de 1 Km como Baja.

Pero el fenómeno no es nuevo

Las heladas en Colombia afectan áreas localizadas a más de 2500 msnm -como el Altiplano Cundiboyacense, la sabana de Túquerres-Ipiales y tierras frías de Antioquia y la Cordillera Central-, principalmente en los meses secos del año. Estas heladas han ocasionado pérdidas cuantiosas en cultivos de flores, maíz, papa y hortalizas, y para productores de leche.

Lo raro y preocupante es que las heladas se presentaron en el altiplano Tuquerres-Ipiales en los meses que históricamente es mayor la precipitación (octubre y noviembre tradicionalmente son los meses más lluviosos). Nuestros campesinos solo atinan a decir que el clima está loco, que el almanaque Bristol ya no sirve y que las cabañuelas tampoco.

Las cifras que deja este fenómeno son verdaderamente alarmantes” y es una situación supremamente dura y muy trágica para el campesinado del altiplano Nariñense. En efecto, esta población es la más afectada por los cambios de temperatura y la congelación de cultivos, la cual se intensificó por las bajas históricas de este año.

Ese es el caso de José Chaucanes, cuyos cultivos fueron arrasados por las heladas en La Vereda La Comunidad, Municipio de Sapuyes.

Este cultivador, que lidera la Asociación de Paperos en su municipio, dice que el sentimiento de toda su comunidad es de abandono y tristeza. “La producción es muy poca y no nos alcanza para pagar los jornales y los insumos”, dice sobre la situación de su comunidad, y cuenta que productos como papa, arveja, pastos y maíz han sido devastados por completo por las heladas de noviembre.

Chaucanes explica cómo impacta en la alimentación del campesino, pues, en su caso, las raciones de alimentos fueron disminuidas por la futura escasez de algunos productos y la disminución de ingresos: “Si cinco personas nos comíamos una libra de arroz, ya toca comernos media (…). Si la familia se come siete papas en una comida, nos toca comernos cuatro”.

En nombre de los agricultores de Sapuyes, solicitó ayuda del Gobierno nacional y departamental. En sus peticiones, el agricultor argumenta que el Gobierno mitiga erróneamente las consecuencias de las condiciones climáticas al importar los alimentos escasos. “El Presidente está pidiendo productos del otro lado; a él no le importa, no nos entiende, no nos escucha”, enfatiza.

Incluso anuncia un plan para declarar un paro por la falta de diálogos entre las comunidades y el Gobierno Nacional.

“Si en dos semanas no nos ayudan, optaremos por un paro indefinido”, concluye Chaucanes, y explica que su comunidad le concedió al Gobierno un tiempo de respuesta de 15 días, desde el 7 de noviembre, para concertar una solución.

En Túquerres, hay casos de agricultores, que, además de perder sus cultivos, tiene deudas por la inversión de la siembra. Dice que la incertidumbre, la tristeza y el temor rodean a sus familias. Al hacer las cuentas, calcula que las heladas les habrían causado pérdidas por 1.000 millones de pesos.

Los agricultores mencionan que las ayudas del Gobierno en forma de insumos no condonan las deudas que tienen con el Banco Agrario. “¿Qué me representa si a los dos años el Gobierno me trae fertilizante? Con eso no puedo ir al Banco Agrario a pagar. De aquí a ocho meses, estoy en un proceso de cobro jurídico y de remate del predio porque el banco no le regala a nadie”, expresan y agrega que cuando no pueden acudir al Banco Agrario, tienen que pedir préstamos a personas naturales (los gota a gota) con tasas de interés elevadas.

Los agricultores hacen un llamado desesperado al presidente Iván Duque por la excesiva importación de alimentos que los campesinos colombianos podrían producir con un impulso del Gobierno. “¿Para qué traen lo que aquí producimos? Somos capaces de mantener el país”.

Los cambios de temperatura también afectan a los ganaderos que enfrentan la disminución de su producción en un 80 por ciento.

A diferencia de aquellos que se dedican al cultivo, la escasez en la producción ganadera tiene repercusiones inmediatas porque la leche no se puede almacenar por largos periodos de tiempo. “Para alimentar el ganado, como no hay pasto, hay que comprar bultos de concentrado de 50.000 pesos”, explican.

Las proyecciones climáticas muestran que las heladas serán aún más impredecibles e inclementes en los años por venir.

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