OPINIÓN

¿Cómo se regula la decadencia social? Sobre el posible “nuevo” impuesto a la renta, el difícil acceso a la salud, los derechos femeninos y en sí nuestro derecho a errar.

Las jerarquías han sido durante la existencia de la civilización humana una manera “natural” de organizar las relaciones sociales y las interacciones entre personas; justa o no estas jerarquías obedecen al contexto actual de tales comunidades y sus principios rectores obedecen a las premisas de valor que gozan de autoridad.  Esa autoridad logra la cohesión de los gobernados bajo la nariz del “imperio”, imperio de la “ley” o el imperio, por ejemplo, de la costumbre.  Queramos o no cada comunidad, cada ecosistema humano tiene su propia jerarquía y en el querer ser de los padres de la civilización el modelo perseguía la fraternidad, la libertad, la bondad y la razón como unos de los más altos preceptos en la punta de la jerarquía humana.

Las cartas de derechos alrededor del mundo nombran siempre alguno de estos valores, o a varios, para darle, no a un ser defectuoso como lo es cualquier ser humano, sino a ese “querer ser”, la potestad de gobernarnos y pone al humano en el anhelo inalcanzable e infinito de llevarse a conseguir tales valores, sabiendo desde antes que es una tarea imposible para cualquiera.

Las cartas de derechos no están redactadas para sociedades de ángeles sino por el contrario para seres tan imperfectos e ignorantes cuya humildad les lleve a reconocer que sin un sistema de normas el caos y la anarquía dominarían y traería miseria, enfermedad y sufrimiento.

Las cartas de derechos existen porque se reconoce el ser instintivo del animal humano y en él mismo el ánima elevada, anima/animus que a través de la razón busca mediar para que el instinto primitivo no domine en las áreas humanas, tanto en la propia como en la social.

Necesitamos orden y que el orden responda a valores más altos que nosotros mismos, para eso existe la ley, la ley carece de ego, o mejor dicho, es así como algunos románticos legistas ven a la ley, como algunos creyentes del orden podríamos idealizar la norma que nos cobija para mediar entre el ser y el hacer, entre el ser humano y el hacer humano; pero eso no sucede porque la sociología y la filosofía en sus intentos por desdoblar el contexto a la luz de los fenómenos sociales para luego aterrizarlo en los preceptos que nos rigen, no pueden leer de manera premeditada los efectos del retraso entre el hecho humano, (el acto) y los efectos, que serán primero comunitarios y que posteriormente se expandirán, como la gota que cae dentro del vaso de agua es el hecho/acto, la onda en su amplitud será mayor conforme va abarcando la superficie, finalmente será grande, como una ola y arrasará con lo que se encuentre en la orilla; y es allí donde estamos nosotros.

Pero si las cartas de derechos y todo su andamiaje normativo es la única esperanza de los gobernados, ¿qué podemos esperar sobre su cumplimiento? Porque si la norma debe ser impuesta y coercitiva ¿acaso no habría sino y únicamente un gendarme de letra?, un deber ser vigilante que regula conductas como si no fuera otra la opción porque no hay margen de confianza posible que disminuya la fiereza de la norma, siendo solo el legislador quien por medio de la sociología jurídica y de la estadística termine decidiendo que tanta confianza se puede permitirle a los administrados.

La corrupción no es una calidad exclusiva de los administradores del erario público, de los representantes colegiados, jueces o congresistas etc; la corrupción es una mentalidad ampliamente aceptada y practicada en el día a día colombiano, es el “biblia”, “el que se las sabe todas”, “el vivo”. Es el aventajado o aventajada que se mofa de poner en fila sus herramientas sin importar de donde vengan para lograr un fin personal, es el que sabe “usar” y no se molesta por recapacitarlo ni por agradecerlo, es aquel que no mide el alcance de sus actos para beneficiarse a sí mismo o a un grupúsculo en donde él/ella figura.  No digo nada nuevo, pero lo que a mí me causa escozor es como se ha vuelto tan natural y cotidiano que además de justificar las ambivalentes posturas se puede hacer de parte y juez con la misma holgura que se puede condenar y ser beneficiado con tal condena.

Pepita Piñeres por ejemplo es una activista feminista (elijo el ejemplo, no me dirijo a tales colectivos necesariamente) orgullosa porta el atavío morado y verde en las reuniones de su colectivo, en su casa sus familiares ya saben que ella está muy identificada con su rol de activista, pero a Pepita le van a dar una oportunidad laboral en la oficina de un funcionario que es cuota burocrática de su familiar, un político conservador y “pro-vida”, resulta que no comporta las calidades del cargo, pero ella decide aceptar; es un cuento común, tan común que no podemos juzgar las oportunidades laborales que tengamos vengan de donde vengan, más aún en un país donde la empleabilidad no tiene garantías, no podemos juzgar, ¿o sí?

A Pepita Piñeres le contaron un secreto para que ella lo haga viral desde el colectivo feminista y lograr el escarnio a un abusador, la víctima logró un gran avance en la materia para beneficiar desgraciados casos similares a futuro, pero Pepita no dijo nada, jamás hizo lo que la víctima pedía porque tal agresor era un “conocido” de ella y una persona “influyente” de su medio… Pepita es una comprometida activista.

Otro caso más común (demasiado), es el de “Pinina Torres” una conocida influencer de cocina, con redes sociales repletas de seguidores y que descubrió en la gastronomía la catarsis positiva a un suceso de agresión que sufrió en su época universitaria; similar a Pinina está Ewin Albeiro, otro inflluencer del ejercicio físico que ha logrado posicionar su club de crosfit y ahora es una celebridad.  Ewin es el último hijo de 7, su madre era vendedora de comidas en la Galería de un pueblo costeño abandonada por su esposo, agredida físicamente y ultrajada por este en numerosas ocasiones, vio como ella pasó miles de vicisitudes para siquiera poderle dar la primaria a sus hijos quienes luego fueron teniendo éxito profesional.  Ewin y Pinina son férreos opositores a las “malas maneras” de protesta que se vieron el día de la mujer, descalificando sin siquiera conocer el contexto de tales “formas”.

Otro caso bastante común. “Lilis Casabón” es una orgullosa madre de dos hijos, trabaja medio tiempo en un chance recibiendo apuestas y tramitando giros de dinero, su esposo es maestro de obra; él ha sido contratado para unas mejoras en la vivienda Piñeres y sus ingresos mensuales han podido incrementarse, Lilis es de confianza para los Casabon y suele llevarles dinero en efectivo que ella retira hasta la casa para que ellos no tengan que salir al cajero.  La reforma que impulsa el gobierno promueve el pago de renta para personas que devenguen de 2 millones de pesos en adelante y el director de la Dian estima que los panaderos, albañiles y otros trabajadores informales están “rayando” cerca a esos ingresos.  El familiar de Pepita votó sí al proyecto y junto a otros impulsores se convirtió en ley.  Lilis le llevó dinero en efectivo a Pepita a la casa Piñeres y esos billetes estaban contaminados de Covid, la medicina prepagada de Pepita la iba a ver a su casa, siendo bastante dramáticos para efectos educativos, digamos que Lilis murió.

¿Quién dice que es un cuadro imaginario? ¿Acaso no podría ser una típica viñeta nacional? Falta decir que Lilis y su esposo votaron por los políticos que les regalaron 10 bultos de cemento para que los “apoyaran” con su voto.

¿Que pretende lograr el activismo cuando no sopesa que su impacto puede salvar vidas más allá que representar un cargo político o una pose figurativa vacía y sin ideología consistente? ¿Quién asegura que las motivaciones del elector son las de un co-creador social altruista? ¿Quién nos asegura que sabemos que somos co-creadores de nuestra realidad social? ¿Usted confía en el acierto humano de sus conocidos? ¿Acaso el altruismo y la filantropía está reservada para los adinerados dandis que aburridos en sus tardes de piscina se dedican a dar limosna como si se tratara de un álbum fotográfico? ¿De dónde vienen sus tardes de piscina? ¿Cuál es el erario y como agradece esos dineros? ¿Generando likes?

Porque no es ficción sino realidad, la hija de una conocida prófuga de la justicia se mofa en la prensa nacional de que “genera dinero sentada”, siendo esto una de sus prolijas respuestas a quienes le critican su seudónimo pues es el mismo nombre de su prófuga madre.

Dejen que cada quien haga de su tafanario un florero, pero a la vez ¿Por qué debemos dejar que sus floreros llenen de materia fecal las vidas de otros y además que les aplaudamos tales hazañas?

¿Hay un medidor de la decadencia social? sí, se llama pobreza, enfermedad, desigualdad, muerte, analfabetismo, violencia y de esas estamos inundados hasta que la coherencia individual co-creadora social nos rija lo cual veo difícil y lejano.

Pero yo había prometido ir más allá de la crítica y en homenaje a esa mente positiva y asertiva de mi amigo Juan, pues intentaré hacer mi mejor esfuerzo. Aunque me causa risa, esa es la mejor cualidad colombiana, no importa que tan mal estemos, pensamos en que siempre puede ser peor y nos aferramos a que estamos bien porque al menos tenemos “hogar, comida, amigos, familia, salud” y mi propuesta es que quienes tenemos la valentía y el deseo propendamos por mejorar cada vez más la sinceridad de nuestros actos, que la autenticidad reine en nuestro pensamiento así ello signifique caminar en la soledad y toparnos en raras y pocas ocasiones con seres de naturaleza similar, seguir siendo disruptivos y cuestionadores del orden establecido en beneficio de otros, ser molestos y directos, ser difíciles, entradores sin que ello sea per sé sinónimo de agresividad violenta, la agresividad de un argumento contundente no es violento, pero la agresividad de la imposición sin argumento y sin empatía por el derecho individual del (los) otros es ignominia, afrenta, insulto al querer ser sin mentira.

Por ahora no puedo ser más propositiva, no quedan muchas herramientas para una sociedad que se autolesiona, que se envenena, se agrede, se asesina a si misma que se cree Dios y desde el ego se victimiza, se reclama y se reza a sí misma, se deidifica en torno a la superficie, la máscara, la careta para luego dormirse y dejarse llevar por la corriente.  No nos queda sino tomarle cariño a nuestra soledad y agudizar el ojo intuitivo desde la humildad del aprendizaje y el bastón del raciocinio.

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