
Los pueblos, en los momentos más cruciales de su historia, cuentan casi siempre con un cronista musical que en sus canciones refleja, con melodía y verbo audaz, los avatares de la epopeya que les tocó vivir. Así es Carlos Puebla, compositor, guitarrista y cantante cubano que cultivó, en su larga trayectoria artística, los diversos géneros de la música popular de la Mayor de las Antillas.
Nació Carlos Manuel Puebla Concha en la oriental ciudad de Manzanillo el 11 de septiembre de 1917, el mismo año de la Revolución de Octubre en la Rusia zarista, un acontecimiento que estremeció al mundo y lo marcó como persona y como artista. Se formó casi de forma autodidacta, aunque cursó estudios en el entonces Seminario de Música Popular, dirigido por el pianista y musicólogo Odilio Urfé.
Su trayectoria profesional la empezó muy temprano, en 1931, cantando en la emisora de radio CMKM de su ciudad natal, trasladándose con posterioridad a Matanzas, donde integró un trío que actuaba en la radio de aquel lugar. Como todos los artistas de la época este trío llega a La Habana, capital de la Isla, donde alcanza el segundo premio en el popular programa de La Corte Suprema del Arte.
Santiago de Cuba lo vio actuar en el Club 300, muy famoso por entonces, aunque sería en la capital cubana donde se asentaría definitivamente, integrando primero el trío La Clave Azul y a partir de 1952 formó el famoso formato de Carlos Puebla y sus Tradicionales: guitarra, maracas, bongó y marímbula.
Carlos Puebla fue, además de un prestigioso músico, un poeta que supo captar la raíz y el alma de la realidad de su patria, convirtiéndose a partir de 1959 en el cronista de los más álgidos acontecimientos y momentos de la Revolución: las medidas revolucionarias, la muerte de Camilo, la nacionalización de las empresas yanquis, el enfrentamiento a las agresiones imperiales, las zafras del pueblo. Nacieron así canciones que forman parte inseparable de la cultura nacional, resaltando varias que son verdaderos himnos para las gentes progresistas del mundo entero, entre ellas “Hasta Siempre”, dedicada al Comandante Ernesto Che Guevara.
Llevó su arte a decenas de países de Europa, Asia y América, siendo aclamado por el público que colmaba sus espectáculos. Su música forma parte de la banda sonora de varios afamados filmes realizados por directores de talla universal.
Falleció en La Habana, una ciudad a la que amaba con vehemencia, el 12 de julio de 1989.
Hasta Siempre
Y en eso llegó Fidel
Soy del pueblo
De Cuba traigo un cantar
Carlos Puebla y Los tradicionales en la Bodeguita del Medio
Obras
- Ahora te toca a ti, minero
- ¡Ay, pobre de mi Cuba!
- Canción de la esperanza inútil
- Canción definitiva
- Canto a Camilo
- Como cae un general
- Dejemos de fingir
- Dime mi amor, qué voy a hacer sin ti
- El credo
- El survey
- Elegía por Salvador Allende
- Emiliana
- Esperando la invasión
- Este amor de nosotros
- Este es mi adiós
- Este es mi pueblo
- Fue un momento feliz
- Gánate ahora la paz
- Gracias, Fidel
- Hasta siempre
- Hay que decir adiós
- La canción de Stalingrado, texto: Manuel Navarro Luna
- La OEA es cosa de risa
- La primera mujer que amé
- Los caminos de mi Cuba
- Llegó el comandante
- Qué vano empeño
- ¿Quién se lo iba a imaginar?
- Quiero hablar contigo
- Rompieron las relaciones
- Saludo a España
- Serenata cubana
- Si me acuerdo de ti
- Si todo terminó
- Te vieron con él
- Testamento
- ¡Yankee, go home!
- Y en eso llegó Fidel
- Y eso sí que no
- Y si me pagas
- Yo fui sincero
Fuente: http://www.cadenahabana.icrt.cu/iconos/carlos-puebla-cantor-la-nueva-cuba-20190418/
Carlos Puebla, el juglar de la Revolución cubana falleció a los 72 años
Carlos Puebla, el que desde 1959, año del triunfo de la Revolución castrista en Cuba, se convirtiera en su cantor y embajador artístico en todo el mundo, falleció el martes en La Habana después de una enfermedad que le mantuvo apartado de la actividad musical los últimos años.Nacido en Manzanillo -oriente de Cuba- en 1917, se dedicó prontamente a la canción, componiendo a lo largo de su vida unos 2.000 títulos, todos ellos dentro del son tradicional cubano.
En España, donde vino en varias ocasiones desde 1977, actuaba siempre acompañado del conjunto Los Tradicionales, con un insospechado éxito en aquellos primeros años de apertura política. Canciones como Y en esto llegó Fidel, Rompiendo las relaciones, Ché Guevara o El son de la alfabetización, cuyos meros títulos pueden sonar hoy a arqueología política, hicieron las delicias de progres y comprometidos que asistían a sus conciertos con el mechero o la cerilla encendida y en alto.
Carlos Puebla defendió su condición de cantor de la revolución con argumentos tajantes: «No inventamos canciones, le ponemos música a la historia», gustaba de decir. Los Tradiconales hicieron música junto a él por más de 30 años, utilizando siempre los ritmos folclóricos de la isla, fundamentalmente la guaracha. Puebla reconocía esta filiación folclórica y la mezcla de que procedía: «Toda mi obra se basa en ritmos de Cuba, ritmos que tienen algo de España y algo de África. En ellos introducimos los problemas del pueblo cubano, que son los problemas del subdesarrollo».
Impulsor del movimiento de la nova trova cubana, tanto Pablo Milanés como Silvio Rodriguez, sus máximos exponentes, han mostrado siempre agradecimiento al maestro de La bodeguita del medio, cuyas sencillas adaptaciones del folclore a contenidos actuales, serían el principio de sus trabajos.
La bodeguita del medio es el nombre del restaurante cubano en el que Carlos Puebla amenizaba los mojitos de hierbabuena y ron, en los años cincuenta, de los que disfrutaba el escritor norteamericano Hernest Hemingway.
Hoy La bodeguita del medio permanece en silencio, como a la espera de aquella señal que Puebla daba al interpretar su epitafio al Che, la canción Hasta siempre: ¡Que suene el son!